Sobre 38o monumentos falleros grandes y otros tantos infantiles arden la noche de San José por todos los rincones de la ciudad, junto con sus respectivos castillos de fuego. Valencia es una ciudad tomada por la fiesta, la pólvora y el fuego 'purificador', quemando todo lo negativo e invitando a la entrada de la primavera. Ese es el sentido esencial de las Fallas de Valencia.
Al día siguiente, como todos los años, no quedará prácticamente ni la cenizas de los pasados cinco intensos días de fiesta. Tanto las comisiones falleras como los bomberos, servicios de protección civil y los servicios de limpieza, se encargan de que la ciudad reanude su pulso habitual tras la vorágine de la fiesta.
El inicio de la fiesta, la noche mágica de la 'Plantà', y su final en las llamas, la 'Cremà, cierran el círculo simbólico, hasta el próximo año.