

Pie de foto 1: Cuando los frutos se abren, centenares de semillas son esparcidas por el viento y el agua para germinar en zonas de regadío
Pie de foto 2: La planta ‘Araujia sericifera’ ha trepado hasta la copa del naranjo, superponiendo sus hojas a las del árbol
Valencia, 12/08/2009
La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) alerta de la vertiginosa propagación de plantas invasoras en el campo valenciano, especialmente de la ‘Araujia sericifera’, trepadora que puede alcanzar los 8 metros de altura y que compite con los naranjos en luz, agua y nutrientes, mermando la cosecha y amenazando la vida de los árboles.
Conocida comúnmente como ‘miraguano’, esta mala hierba se reproduce rápidamente, se adapta perfectamente a las condiciones en las que viven los cítricos, y es muy difícil de erradicar al no existir un herbicida específico para tratarla. “Germina a la sombra del naranjo, junto al tronco, y cuando el agricultor la descubre ya le ha dado tiempo de enredarse entre las ramas, apretándolas, y empezar a cubrir la copa del árbol”, explica el presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado.
La trepadora proviene de Sudamérica, concretamente del sur de Brasil y Argentina, y llegó a España para ser empleada en jardines. Sin embargo, su masiva reproducción –cada planta genera centenares de semillas que el viento y el agua esparcen por los alrededores– y su rápido crecimiento –en dos años puede envolver un naranjo– la convierten en un enemigo para los agricultores de todo el litoral de la Comunitat Valenciana.
En el término de Dénia se aprecian numerosos campos, la mayoría no cultivados, colonizados por la planta invasora, al igual que ocurre cada año con mayor presencia en explotaciones de regadío de La Safor, La Ribera y L’Horta Sud y Nord.
Aguado denuncia “las perversas consecuencias que comporta la importación sin los suficientes conocimientos ni precauciones de plantas foráneas que en unos pocos años son capaces de desplazar a la vegetación autóctona y de poner en peligro la viabilidad de explotaciones citrícolas”. Por otra parte, “casos como la ‘Araujia sericifera’ son una evidencia más del importante deterioro paisajístico que conlleva el cierre de explotaciones en el medio rural”, continua Aguado, pues “los campos no cultivados son focos de dispersión de malas hierbas y maleza que se convierten en nido de ratas y conejos y que son potenciales núcleos de incendios”.


