
Valencia, 23/02/2009
“El libro del amor esquivo”, obra finalista del premio Nadal 2009, es “una novela urbana y contemporánea, donde todos los personajes son susceptibles de que alguno de nosotros se identifique con ellos”. Así la define, al menos, su autor, Rubén Abella, quien también le hace un guiño al lector parafraseando el arranque de Cien años de soledad: “muchos años después, ellos habían de identificar aquellos rasguños…”. La referencia es algo más que un adorno culturalista. Aunque muy distinta de la obra maestra de García Márquez (no hay aquí, por ejemplo, apenas rastro de realismo mágico), El libro del amor esquivo tiene más de un punto de contacto con ella. Desde luego, en el cuidado lenguaje, que no se permite una expresión tópica o previsible; todo lo contrario, se trata de un lenguaje elegante, inteligente, que sorprende constantemente al lector y funciona con la precisión de una maquinaria delicada. También en el puro placer de contar historias que preside la novela; y en la cantidad de personajes que desaparecen y reaparecen relacionados entre sí, guiados por una estructura pensada milimétricamente, en la que todo encaja a la perfección y en la que las páginas funcionan como un sistema de citas cruzadas, que remiten unas a otras. Como se dice en la novela, “la vida es circular y no para de encontrarse a sí misma”, frase que ilustra muy bien su contenido. Otra referencia inevitable, es, desde luego El libro del buen amor. Rubén Abella asegura que “por debajo del texto están los temas que me interesan: las falsas apariencias, el engaño y los caminos torcidos del amor. Otro aspecto que me interesa mucho, tanto en literatura como en fotografía, es analizar la huela que deja al gente al vivir”.
La novela arranca con la historia de Félix y Helena, dos niños que nacieron el mismo día a la misma hora y en el mismo lugar, y que, durante los siguientes veinticinco años, fueron igual de inseparables. El noviazgo al que estaban fatalmente abocados se rompe abruptamente cuando Félix sorprende a Helena en pleno acto sexual con un compañero de trabajo en su primer destino profesional. Félix sale de su hundimiento al comprobar que su sorprendente parecido físico con un cantante de moda, Dónovan, le permite seducir a las innumerables seguidoras de éste. En su papel de Dónovan, Félix se convierte en pasto de las revistas del corazón, para desesperación del cantante.
Rubén Abella ha escrito una novela que no puede abandonarse una vez comenzada, con un lenguaje de alta calidad que no necesita recurrir a efectismos para resultar brillante. El lector se ve envuelto en una vorágine de historias, entre cuyos pliegues asoma un sutil y burlón sentido del humor. Abella se muestra como un alumno aventajado de algunos de los grandes maestros de la literatura, tanto de los americanos del Sur y como de los del Norte, en los que es especialista, y combina con maestría sus enseñanzas con la tradición literaria española.
Sobre el autor
Rubén Abella (Valladolid, 1967), licenciado en Filología Inglesa, con un máster en Narrativa Moderna Norteamericana, es autor de la novela La sombra del escapista, con la que ganó el premio Torrente Ballester en 2002. En 2007 ganó el premio Mario Vargas Llosa NH por el libro de relatos No habría sido igual sin la lluvia. Ha publicado también Fábulas del lagarto verde, libro que combina texto y fotografía. Su novela El libro del amor esquivo quedó finalista en la última edición del premio Nadal.