El sábado 2 de abril, el Gran Fondo Vila de Puçol vivió una página histórica: Juanjo López no ganó la prueba, no llegó ni siquiera entre los mil primeros corredores, pero llegó, y lo hizo acompañado de una treintena de amigos del Club Atletismo Puçol que le hicieron el pasillo en meta cuando entró en la leyenda. Porque, a diferencia de los 1200 corredores restantes, El Peño corrió los 15 kilómetros con una sola pierna
Puçol, 14/04/2011
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la definición de deportista es una “persona que por afición o profesionalmente practica algún deporte”. Pero también tiene otra acepción, la que usamos coloquialmente para definir a alguien que se gana el respeto de los demás, que sabe disfrutar en una competición, que contagia su espíritu feliz al resto de participantes.
El sábado 2 de abril, en la 13ª edición del Gran Fondo Vila de Puçol, un joven atleta local dio una lección de lo que es pundonor, espíritu de superación y deportividad.
En la línea de meta le esperaban sus padres, quienes apenas pudieron verle acabar la prueba, porque las lágrimas le nublaban la vista. No eran los únicos. Aplausos y lágrimas se entremezclaban entre un público que apenas alcanzaba a creer lo que estaba viendo: El Peño había logrado correr los 15 kilómetros con una prótesis especial, pero también con unas ganas de vivir que ya lo han convertido, por derecho propio, en uno de los deportistas legendarios de Puçol, quizá sólo comparable al motociclista Sergio Gadea y al mítico futbolista Pepe Claramunt.
La historia comenzó en junio de 2010
Durante la Semana Taurina, uno de los rodadores más conocidos y queridos de la población, Juanjo López, sufría una aparatosa cogida en la plaza de toros portátil de la población. Apenas un par de días después, durante el toro de San Juan, las calles de Puçol presentaban un aspecto especialmente triste: los rodadores apenas se atrevían a arrimarse al toro, unos por respeto, otros por temor. Las noticias que llegaban del hospital hacían temer lo peor.
Y es que durante varios días El Peño se debatió entre la vida y la muerte.
¿Yo decido? Pues corta la pierna
“Estuve cuarenta y dos días en el hospital, ocho de ellos en reanimación, y en ese tiempo me hicieron doce operaciones, dos by-pass y una amputación”, recuerda Juanjo López Esteve con una sonrisa, feliz al poder contarlo. “Tres veces me cambiaron la sangre de todo el cuerpo y si hoy estoy vivo es gracias al doctor Guerrero, mi cirujano vascular, y al doctor Forés, el cirujano plástico que me reconstruyó el muñón”.
Dicen que las experiencias traumáticas avivan los sentidos. Debe ser verdad. Juanjo recuerda perfectamente lo sucedido desde el momento en que el toro Príncipe, de la ganadería de Germán Vidal, le cornea la pierna izquierda el lunes 21 de junio de 2010.
“El primer día soy consciente de que estoy jodido: aún con el torniquete sigo tirando sangre. Me operan. Me curan. Pero la falta de riego provoca trombos en la pierna”. Y El Peño aguanta.
El segundo día llega la noticia: el cirujano quiere cortar la pierna por la ingle. “Le digo que no. Ni hablar. Yo tengo la última palabra y es no”.
Aparece al día siguiente Fernando Carbonell, el cirujano de la plaza de toros de Valencia: defiende que no se corte, hay que aguantar, a veces el cuerpo logra regenerar ciertos tejidos. Y El Peño sigue aguantando.
Pero la sangre se acumula en los gemelos. Si no circula se puede necrosar todo el tejido. “Un cirujano me abre en canal, desde la rodilla al tobillo, para que pueda salir la sangre. Me opera sin anestesia. No siento nada, pero elimina la compresión y la sangre por fin circula”.
El séptimo día, casi con un aire religioso, se produce un inesperado milagro: “tengo pulso en el pie y nadie se lo explica. Mi cuerpo está regenerando los tejidos”. Análisis y pruebas, sobre todo para comprobar el estado de los riñones y el hígado. Hay peligro de que el tejido necrótico llegue a órganos vitales. Pero todo está bien.
Lo suben a planta.
“En los días siguientes me extirpan músculos, ligamentos y nervios de la pierna. Me intentan reconstruir la zona extrayendo las dorsales de mi espalda”. Más pruebas, más operaciones, pero El Peño siempre con la misma ilusión… y dando ánimos a quienes le visitan en el hospital, casi todos con lágrimas en los ojos.
Y una mañana llega el momento crítico: “vuelvo a perder el pulso en el pie, está todo negro y al tocarlo salta la piel seca”. El doctor Forés quiere conservar la pierna como sea, pero la decisión final siempre es del paciente.
“Podría tener el pie muerto, sujeto con un tornillo, pero estaría siempre cojo, con muletas y arrastrando la pierna. Debo decidir en poco tiempo… y elijo cortar la pierna”.
Nadie sabe nada
Una decisión traumática, pero tomada con entereza.
Comienza una nueva etapa y entonces aparecen problemas que Juanjo nunca había imaginado: nadie le explica nada, nadie le asesora en ningún momento… “Te dicen que vas a poder hacer de todo si te pones una prótesis, pero nadie te da datos. Ni siquiera me envían un psicólogo al hospital, o un asesor de alguna federación deportiva. Nadie a nivel oficial me explica nada”.
Su mujer y su cuñada se ocupan de realizar todos los trámites, mientras Juanjo descubre en Internet que hay dos tipos de prótesis para deportistas paralímpicos: una para correr sprints y otra para larga distancia. Elige la segunda, además de una prótesis para poder andar. Todo ello supone pagar 10.000 euros, de los cuales la Seguridad Social sólo aporta 3.000, “que es lo justo para que te pongan una pata de palo similar a la de los piratas de las películas, así que el dinero lo tengo que poner yo si quiero hacer deporte”. Y lo dice sonriente. Es lo que hay y no está interesado en guardar rencor a nadie.
Así que se centra en la recuperación física.
Primero en el gimnasio. En noviembre ya está haciendo bici y natación. En febrero comienza a correr con esa prótesis experimental. En marzo ya entrena con el Club Atletismo Puçol. Poco antes de Fallas realiza la prueba definitiva: consigue aguantar doce kilómetros y decide que el 2 de abril va a correr el Gran Fondo Vila de Puçol completo.
“Pero es duro. Normalmente corro un día y descanso dos. Han pasado sólo siete meses desde la amputación y la prótesis me produce ampollas, algo normal porque el muñón es muy reciente. Una semana después del Gran Fondo sigo sangrando, tengo que curar las heridas con cuidado o se pueden producir úlceras”, explica mientras comienza a mirar las fotos de la carrera.
Siempre con una sonrisa
Todo ha sido muy rápido. Nadie en el hospital recuerda un caso así. Lo normal es una recuperación de dos años, incluso con una depresión por medio. Pero Juanjo tiene prisa por vivir y no tiene tiempo para traumas: “duermo muy bien, esto no me ha afectado. A mi madre le da mucha impresión verme con la prótesis de correr, pero el deporte me ha sacado adelante”.
Y ahora quiere ayudar a los demás: en parte para agradecer el apoyo que ha recibido de sus amigos, su familia y sus vecinos; en parte para que otros que sufran una amputación no pasen por la misma falta de información que él ha vivido: ayudar a la gente, motivar a hacer deporte y disfrutar de la vida son sus nuevos objetivos. Todo con una sonrisa.
Y correr, ahora no quiere parar de correr.
El 16 de abril acude al Campeonato de España de Duatlón, es su primera vez y espera lograr un buen puesto, aunque Juanjo ya ha ganado la batalla: lo importante es estar allí, defender el deporte paralímpico. Disfrutar de la vida.
Luego el triatlón de Pinedo, el Campeonato de España de triatlón en Vigo, el europeo en Pontevedra y un gran reto en el horizonte: “en noviembre quiero correr la maratón de Valencia. Son cuarenta y dos kilómetros. Debo prepararme a fondo”.
Siete meses después
Mientras repasa las fotos del Gran Fondo, sentado frente al ordenador, Juanjo sonríe. Siempre sonríe. Es consciente de que ha comenzado una nueva vida gracias al deporte y quiere dedicarle todo el tiempo a su mujer, a su familia y a aquéllos que le han ayudado.
“¿Los toros? Sólo como comentarista”. Lo dice con naturalidad y con una sonrisa. No le guarda rencor al toro, que le ha hecho feliz durante muchos años: “pero los rodadores sabemos que la cornada va a llegar algún día; aunque una cosa es que te coja el toro y otra que te corten una pierna”.
El 2 de abril, Juanjo corrió los 15 kilómetros, llegó en el puesto 1063, con 1 hora, 34 minutos y 2 segundos. A su lado, muchos corredores del Club Atletismo Puçol que ni siquiera habían podido correr toda la prueba, por estar pendientes de la organización, pero que le esperaban a un par de kilómetros de la meta para acompañarle en su entrada triunfal. No quisieron hacerle sombra. Sencillamente le acompañaron y le dejaron cruzar la línea delante de todos. Nunca una entrada a meta ha provocado tantas lágrimas de alegría.
Lo demás ya es historia.
El deporte en Puçol cuenta con una nueva leyenda: Juanjo López Esteve, El Peño.
Puçol, 14/04/2011
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, la definición de deportista es una “persona que por afición o profesionalmente practica algún deporte”. Pero también tiene otra acepción, la que usamos coloquialmente para definir a alguien que se gana el respeto de los demás, que sabe disfrutar en una competición, que contagia su espíritu feliz al resto de participantes.
El sábado 2 de abril, en la 13ª edición del Gran Fondo Vila de Puçol, un joven atleta local dio una lección de lo que es pundonor, espíritu de superación y deportividad.
En la línea de meta le esperaban sus padres, quienes apenas pudieron verle acabar la prueba, porque las lágrimas le nublaban la vista. No eran los únicos. Aplausos y lágrimas se entremezclaban entre un público que apenas alcanzaba a creer lo que estaba viendo: El Peño había logrado correr los 15 kilómetros con una prótesis especial, pero también con unas ganas de vivir que ya lo han convertido, por derecho propio, en uno de los deportistas legendarios de Puçol, quizá sólo comparable al motociclista Sergio Gadea y al mítico futbolista Pepe Claramunt.
La historia comenzó en junio de 2010
Durante la Semana Taurina, uno de los rodadores más conocidos y queridos de la población, Juanjo López, sufría una aparatosa cogida en la plaza de toros portátil de la población. Apenas un par de días después, durante el toro de San Juan, las calles de Puçol presentaban un aspecto especialmente triste: los rodadores apenas se atrevían a arrimarse al toro, unos por respeto, otros por temor. Las noticias que llegaban del hospital hacían temer lo peor.
Y es que durante varios días El Peño se debatió entre la vida y la muerte.
¿Yo decido? Pues corta la pierna
“Estuve cuarenta y dos días en el hospital, ocho de ellos en reanimación, y en ese tiempo me hicieron doce operaciones, dos by-pass y una amputación”, recuerda Juanjo López Esteve con una sonrisa, feliz al poder contarlo. “Tres veces me cambiaron la sangre de todo el cuerpo y si hoy estoy vivo es gracias al doctor Guerrero, mi cirujano vascular, y al doctor Forés, el cirujano plástico que me reconstruyó el muñón”.
Dicen que las experiencias traumáticas avivan los sentidos. Debe ser verdad. Juanjo recuerda perfectamente lo sucedido desde el momento en que el toro Príncipe, de la ganadería de Germán Vidal, le cornea la pierna izquierda el lunes 21 de junio de 2010.
“El primer día soy consciente de que estoy jodido: aún con el torniquete sigo tirando sangre. Me operan. Me curan. Pero la falta de riego provoca trombos en la pierna”. Y El Peño aguanta.
El segundo día llega la noticia: el cirujano quiere cortar la pierna por la ingle. “Le digo que no. Ni hablar. Yo tengo la última palabra y es no”.
Aparece al día siguiente Fernando Carbonell, el cirujano de la plaza de toros de Valencia: defiende que no se corte, hay que aguantar, a veces el cuerpo logra regenerar ciertos tejidos. Y El Peño sigue aguantando.
Pero la sangre se acumula en los gemelos. Si no circula se puede necrosar todo el tejido. “Un cirujano me abre en canal, desde la rodilla al tobillo, para que pueda salir la sangre. Me opera sin anestesia. No siento nada, pero elimina la compresión y la sangre por fin circula”.
El séptimo día, casi con un aire religioso, se produce un inesperado milagro: “tengo pulso en el pie y nadie se lo explica. Mi cuerpo está regenerando los tejidos”. Análisis y pruebas, sobre todo para comprobar el estado de los riñones y el hígado. Hay peligro de que el tejido necrótico llegue a órganos vitales. Pero todo está bien.
Lo suben a planta.
“En los días siguientes me extirpan músculos, ligamentos y nervios de la pierna. Me intentan reconstruir la zona extrayendo las dorsales de mi espalda”. Más pruebas, más operaciones, pero El Peño siempre con la misma ilusión… y dando ánimos a quienes le visitan en el hospital, casi todos con lágrimas en los ojos.
Y una mañana llega el momento crítico: “vuelvo a perder el pulso en el pie, está todo negro y al tocarlo salta la piel seca”. El doctor Forés quiere conservar la pierna como sea, pero la decisión final siempre es del paciente.
“Podría tener el pie muerto, sujeto con un tornillo, pero estaría siempre cojo, con muletas y arrastrando la pierna. Debo decidir en poco tiempo… y elijo cortar la pierna”.
Nadie sabe nada
Una decisión traumática, pero tomada con entereza.
Comienza una nueva etapa y entonces aparecen problemas que Juanjo nunca había imaginado: nadie le explica nada, nadie le asesora en ningún momento… “Te dicen que vas a poder hacer de todo si te pones una prótesis, pero nadie te da datos. Ni siquiera me envían un psicólogo al hospital, o un asesor de alguna federación deportiva. Nadie a nivel oficial me explica nada”.
Su mujer y su cuñada se ocupan de realizar todos los trámites, mientras Juanjo descubre en Internet que hay dos tipos de prótesis para deportistas paralímpicos: una para correr sprints y otra para larga distancia. Elige la segunda, además de una prótesis para poder andar. Todo ello supone pagar 10.000 euros, de los cuales la Seguridad Social sólo aporta 3.000, “que es lo justo para que te pongan una pata de palo similar a la de los piratas de las películas, así que el dinero lo tengo que poner yo si quiero hacer deporte”. Y lo dice sonriente. Es lo que hay y no está interesado en guardar rencor a nadie.
Así que se centra en la recuperación física.
Primero en el gimnasio. En noviembre ya está haciendo bici y natación. En febrero comienza a correr con esa prótesis experimental. En marzo ya entrena con el Club Atletismo Puçol. Poco antes de Fallas realiza la prueba definitiva: consigue aguantar doce kilómetros y decide que el 2 de abril va a correr el Gran Fondo Vila de Puçol completo.
“Pero es duro. Normalmente corro un día y descanso dos. Han pasado sólo siete meses desde la amputación y la prótesis me produce ampollas, algo normal porque el muñón es muy reciente. Una semana después del Gran Fondo sigo sangrando, tengo que curar las heridas con cuidado o se pueden producir úlceras”, explica mientras comienza a mirar las fotos de la carrera.
Siempre con una sonrisa
Todo ha sido muy rápido. Nadie en el hospital recuerda un caso así. Lo normal es una recuperación de dos años, incluso con una depresión por medio. Pero Juanjo tiene prisa por vivir y no tiene tiempo para traumas: “duermo muy bien, esto no me ha afectado. A mi madre le da mucha impresión verme con la prótesis de correr, pero el deporte me ha sacado adelante”.
Y ahora quiere ayudar a los demás: en parte para agradecer el apoyo que ha recibido de sus amigos, su familia y sus vecinos; en parte para que otros que sufran una amputación no pasen por la misma falta de información que él ha vivido: ayudar a la gente, motivar a hacer deporte y disfrutar de la vida son sus nuevos objetivos. Todo con una sonrisa.
Y correr, ahora no quiere parar de correr.
El 16 de abril acude al Campeonato de España de Duatlón, es su primera vez y espera lograr un buen puesto, aunque Juanjo ya ha ganado la batalla: lo importante es estar allí, defender el deporte paralímpico. Disfrutar de la vida.
Luego el triatlón de Pinedo, el Campeonato de España de triatlón en Vigo, el europeo en Pontevedra y un gran reto en el horizonte: “en noviembre quiero correr la maratón de Valencia. Son cuarenta y dos kilómetros. Debo prepararme a fondo”.
Siete meses después
Mientras repasa las fotos del Gran Fondo, sentado frente al ordenador, Juanjo sonríe. Siempre sonríe. Es consciente de que ha comenzado una nueva vida gracias al deporte y quiere dedicarle todo el tiempo a su mujer, a su familia y a aquéllos que le han ayudado.
“¿Los toros? Sólo como comentarista”. Lo dice con naturalidad y con una sonrisa. No le guarda rencor al toro, que le ha hecho feliz durante muchos años: “pero los rodadores sabemos que la cornada va a llegar algún día; aunque una cosa es que te coja el toro y otra que te corten una pierna”.
El 2 de abril, Juanjo corrió los 15 kilómetros, llegó en el puesto 1063, con 1 hora, 34 minutos y 2 segundos. A su lado, muchos corredores del Club Atletismo Puçol que ni siquiera habían podido correr toda la prueba, por estar pendientes de la organización, pero que le esperaban a un par de kilómetros de la meta para acompañarle en su entrada triunfal. No quisieron hacerle sombra. Sencillamente le acompañaron y le dejaron cruzar la línea delante de todos. Nunca una entrada a meta ha provocado tantas lágrimas de alegría.
Lo demás ya es historia.
El deporte en Puçol cuenta con una nueva leyenda: Juanjo López Esteve, El Peño.



