Según el catedrático de Botánica de la UPV, Herminio Boira
Valencia, 12/02/2010
El cultivo de los cítricos no sólo mantiene su tradicional importancia económica, sino que desempeña también una función medioambiental de primer orden, hasta el punto de que “la citricultura es mucho más eficaz que el bosque autóctono a la hora de fijar el CO2 en la atmósfera”, según aseguró el catedrático
de Botánica de la Universidad Politécnica de Valencia y subdirector del Grupo de Recursos Naturales y Biodiversidad en el Instituto Agroforestal Mediterráneo (IAM), Herminio Boira. La contundente afirmación de este estudioso es una de las conclusiones de la ponencia que bajo el título “La incidencia de la agricultura en la productividad y el paisaje” pronunció en el marco de la jornada sobre las consecuencias climáticas del abandono agrario en la Comunitat Valenciana organizada por la Fundación Agricultura y Medio Ambiente de la Comunidad Valenciana (FUVAMA) y el Fòrum Solidari per l’Aigua i el Medi Ambient (FoSAMA) que se celebró hoy en Valencia.
Boira agregó al respecto que si bien el mantenimiento de un huerto de cítricos “es más caro” en términos económicos que el de un bosque de chopos o de olmos, la rentabilidad que ofrece en términos ambientales también resulta superior. “Las explotaciones de cítricos actúan como un verdadero depósito de dióxido de carbono, además de un dióxido de carbono de mayor calidad en la medida en que es más estable que el que proporcionan otras plantas o árboles”. En este sentido, el creciente abandono de la actividad citrícola debido a la caída de la rentabilidad contribuye a deteriorar tanto el paisaje como la riqueza medioambiental de la Comunitat Valenciana.
Boira se refirió, además, a las enormes posibilidades que encierran los productos secundarios de los cítricos para la obtención de biocombustibles o de artículos destinados a las industrias farmacéuticas o alimentarias.
Desde otra perspectiva, el director del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM), Millán Millán, ahondó en la descripción de algunas de las consecuencias que están reportando los cambios en el uso del suelo. Se refirió en concreto Millán a las alteraciones en el régimen pluviométrico que se derivan de la paulatina transformación que viene sufriendo la utilización del suelo en las zonas de la costa. La agricultura, la vegetación, aportan humedad y favorecen la acumulación de la cantidad necesaria de vapor de agua para la formación de tormentas. Sin embargo, los cambios operados en los últimos tiempos en esta materia se están traduciendo en un significativo descenso del número de tormentas de verano, así como en un aumento de las sequías y las inundaciones en la cuenca mediterránea. Por tanto, la actividad agraria en el litoral resulta decisiva para la preservación de los ciclos hidrológicos y por ese mismo motivo, el profesor Millán Millán aseguró que “la UE tendría que subvencionar a los agricultores por regar porque están contribuyendo de manera muy importante al mantenimiento del ciclo del agua y a la puesta en marcha de su mecanismo”.
Por su parte, el presidente de FUVAMA, Celestino Recatalá, subrayó que las aportaciones del ámbito académico, de estudios como los que vienen realizando estos especialistas acreditan que la importancia del mundo rural va mucho más allá de las meras cuestiones económicas”.
Federico Llorca, presidente de FoSAMA, apuntó al respecto que “desde la propia UE se ha hecho ya una valoración de la agricultura como un bien público y son también los mismos ciudadanos europeos los que se han pronunciado a favor del mantenimiento de todo ese patrimonio que nosotros reivindicamos como un bien
esencial”.